lunes, 28 de septiembre de 2009

Un día de cólera

Parado esperando al autobús a las dos y pico de la mañana, por fin decidí aportar mi segunda reseña a este blog. El libro de hoy es de Arturo Pérez-Reverte “Un día de cólera” de género… digamos que difícil de clasificar. Tiene justo lo suficiente de novela como para ser novela histórica, y con énfasis en justo.

“Un día de cólera” trata de los eventos del 2 de mayo de 1807. España yacía ocupada por los ejércitos del tirano Napoleón, con el beneplácito de alguna forma de gobierno español, teóricamente a mando de Fernando VII (sí, el de Juntas Conservadores de los Derechos de). El asunto es que un 2 de mayo los madrileños se cansan de la desfachatez e insolencia de los franceses, y descargan su ira contra ellos en una revuelta terriblemente organizada y con escaso apoyo oficial. El asunto termina mal: cualquier cantidad de madrileños muertos, y bastantes franceses también. De todas formas, es el inicio de la Guerra de Independencia Española, y hoy en día hay plazas del 2 de mayo y cantidad de plaquitas conmemorando sus héroes.

Este fue un libro que me costó un montón leer, y eso que estaba ubicado en la época más allá de saber quién fue Napoleón y que el tema me llamaba la atención. Pérez-Reverte decidió narrar los eventos desde la óptica de un sinnúmero de personajes. De muchos de ellos no llegas a saber más que su nombre, apellido y profesión y forma de muerte (Pedro Fadriques, alfarero, casado, muerto por el sablazo de un mameluco huyendo de la Puerta del Sol). Hay unos personajes principales, cuyos nombres son repetidos con frecuencia en la historia, y que tienen un desarrollo interesante aunque poco profundo. Pero al principio especialmente estás perdido en un cuento como los de Susanita (Pedro Fadriques era amigo de Jaime Navarro, que era ayudante de cámara del Marqués de Altamira, que había estado en… y así ad infinitum).

Me imagino el sufrimiento del (o de los, porque con la cantidad de nombres seguramente fue más que uno) asistente de investigación del autor, que seguramente pasó horas averiguando los detalles íntimos de una gente que aparece en un párrafo para morir el siguiente. Entiendo la belleza de, literalmente, ponerle nombre y apellido a los supuestos mártires que dieron su vida por la patria, pero el efecto para mí cuando menos fue bastante tedioso. Además, la necesidad de recordar nombres por si la gente reaparece añade al tedio.

Aparte del desarrollo de personajes -cuya mayor y quizás única virtud es su originalidad- la narrativa sufre, aunque en menor medida, del mismo defecto de historicismo excesivo. El drama principal pierde mucho de su drama porque sabes desde el principio que está destinado al fracaso, y si no sabías te es recordado cuando posible. Hay nombres de plazas y calles como para aturdir a cualquier a pesar de que viene con mapa incluido y se presupone un relevante grado de conocimiento de historia española del siglo XIX.

Para que no crean que el libro me desagradó del todo, les digo que definitivamente tiene sus virtudes. Tiene esa indefinible cualidad de estar bien escrito, alguno de sus diálogos (especialmente los del bando francés) son brillantes, y se expresan bien las contradicciones de la España del momento. Además, se le debe un aplauso al autor por innovar en la forma de escribir novelas históricas.

3 comentarios:

jontxu dijo...

Si bien todo lo que dices es cierto, yo disfrute muchísimo del libro y lo ley con gran velocidad, no lo pude soltar porque me apasiono y creo que el autor logró meterme en el rio de su novela. Ayuda mucho el conocer le historia la cual estudie por cuenta propia a raíz de los cuadros de Goya, los cuales son estremecedores. Creo que la narrativa te lleva por aquellas calles de Madrid y te muestra una a una a sus gentes: como visten, que comen como hablan, que piensan, sus temores y sus osadías, y puedes “ver” todo como en el cine…ojala no hagan una película. Lo pongo a la altura del “Maestro de Esgrima” y de “Territorio Comanche” como lo que más me ha gustado de la “T” de la Real Academia Española de la Lengua.

ardi! dijo...

Napoleón, Napoleón, Napoleón... le petit Napoleón... Estaré pendiente de leer sobre él desde ese punto de vista de España, porque aqui en la France, no se habla mal de Nappy.

Thaelman dijo...

¿Entonces qué dices tu? Conociendo que en el mundo hay mucha literaturamuy buena, y que podemos pasar toda la vida leyendo clásico y obras maestras evitando las novelas de areopuerto, ¿recomendarías éste libro? ¿Vale la pena el costo de oportunidad de leerlo?